domingo, 24 de febrero de 2013


Cuadro de texto:                      ORIGENES   DE 
       LOS    CRISTIANISMOS
Efectivamente el cristianismo no tiene un orígen sino varios y diferenciados según nos demuestra la Investigación moderna. Podemos hablar de 12 o 14 cristianismos diferenciados en los primeros tiempos, es decir en los siglos I y II. Pero entre esta amalgama, se pueden distinguir tres grandes ramas, que son los Judeocristianos, los Gnósticos, y por último los Paulinos, que finalmente resultan vencedores, y hoy sus sucesores son la Iglesia romana, las Ortodoxas en general y la Protestante. Pero hoy si que tenemos pequeñas Iglesias que tratan de ser fieles a las otras dos grandes corrientes de los primeros siglos, que resultaron en el caso de la gnóstica brutalmente perseguidas por la cristiandad vencedora. Por eso iniciamos en la Hoja Diocesana de la Iglesia Reformada Liberal-Católica de España un recorrido por el proceso de la constitución de los distintos cristianismos, analizando paso a paso la verdad de cuanto sucedió, con total libertad, y basándonos en los descubrimientos de la ciencia y los resultados de la investigación independiente.
Como casi todo el mundo ya sabe, Jesús no dejo nada por escrito, ésta es la base de partida de toda esta obra. Otra cosa es que su predicación y sus acciones causaban, sin duda, una amplia conmoción entre sus seguidores, pero al igual que otros rabinos de su época, su enseñanza fue exclusivamente oral. Al morir legó a sus discípulos un amplio patrimonio de dichos y sentencias morales, de interpretaciones de los textos sagrados, destacadamente sobre la Ley y los Profetas, y muchas acciones para recordar.
Luego sus seguidores estuvieron convencidos de que había resucitado y que el Maestro vivía de nuevo espiritualmente entre ellos, porque  en realidad estaba vivo y exaltado al igual que Henoc y Elías. Pero con su ausencia física, su figura se engrandeció y se idealizó, y sus seguidores comenzaron a pensar cuál había sido en verdad la importancia de su misión y de su vida. Esto significa ni más ni menos que:

      «los discípulos repensaron, idealizaron y reinterpretaron la figura de su Maestro».

Ante esta premisa, se deja claro que la muerte humillante de Jesús, junto al prodigio de su resurrección, suponían que Dios lo había confirmado en su función de Mesías. Pero como no había podido cumplir esta tarea en vida, tendría pronto que venir desde el cielo para cumplirla. Esta concepción era difícil de asumir para algunos judíos, y el que no creyera en ello sería tachado muy pronto, a finales del siglo I de “anticristo”, es decir maestro falso, (1ª Carta de Juan 2,22). Por otra parte la resurrección de Jesús había colocado a este de algún modo al lado de Dios en el cielo. El Maestro estaba junto a Dios, y fuera como fuese, o se explicase, Jesús era divino de alguna manera.
Luego los nazarenos o grupo judío que sigue a Jesús, habían dado pasos en la dirección de su separación del judaísmo: Jesús constituido Mesías-Jesús divino de algún modo. Pero se preocuparon más de su comportamiento hasta la inmediata venida del Mesías-Jesús en plenitud, que de explicar teológicamente a sus contemporáneos las novedosas realidades.
Sin embargo en medio de la espera a la segunda venida (la cual la esperaban en cuestión de unos pocos años), de Jesús después de su resurrección, se dedicaron a reflexionar sobre su misión, de explicarla a los demás judíos, y eso conllevó toda una amplia y rica diversidad de interpretaciones.

Aquí esta el comienzo de todo, aquí surgen las distintas tradiciones o escuelas, los distintos textos sagrados o evangelios, las distintas comunidades o Iglesias, en definitiva las distintas visiones del cristianismo.
Por eso no todo fue concordia en la reinterpretación de la figura y mensaje de Jesús. Los Hechos de los Apóstoles nos describen en el capítulo 6 cómo pronto surgió una disensión fortísima en el grupo, nacida de una explicación del legado del Maestro. Lucas nos dice que la disputa era sociológica, al existir diferencias en el reparto de los subsidios económicos que la comunidad otorgaba a los más desamparados, entre ella a las viudas, saliendo perdedores los judíos de la diáspora llamados “helenistas”. Tengamos en cuenta que muchos de éstos, se habían asentado en Jerusalén en espera del fin inmediato del mundo, puesto que se decía que el Mesías aparecería en primer lugar en la Ciudad Santa y ellos deseaban estar allí. Pero la verdad no nos la cuenta Lucas, y las razones de la disputa eran teológicas. Esteban jefe de los helenistas sostenía que el Templo estaba corrupto, y que sería sustituido por otro nuevo, como decía Jesús (Mc 14, 58), y también Esteban decía que había que entender la Ley de Moisés de otra manera a la usual, porque en los momentos finales, los gentiles piadosos de Jerusalén que no estaban circuncidados quizás pudieran salvarse sin tener que cumplir con las normas de pureza prescritas en la norma mosaica, difíciles de aceptar por los paganos aun con buena voluntad. Estas ideas expresadas públicamente le costaron la vida a Esteban (Hch 7, 58), y el resto de los judeocristianos fue dejado en paz, porque los seguidores de Esteban eran críticos con el Templo y la Ley, además de ser benévolos con los paganos, en cambio los otros cristianos representaban la tendencia “hebrea” aceptada mejor por los judíos, y no fueron expulsados de la ciudad.
Por tanto ya tenemos distintos grupos cristianos, o lo que es lo mismo distintas incipientes Iglesias:

1.- Los cristianos judíos puros, que decían que los paganos que se salvasen debían aceptar hacerse judíos y cumplir todas las normas de la Ley judía de siempre (Hch 15, 1-5)
2.- Los liderados por Pedro, y después por Santiago, el hermano del Señor, opinaba que esos gentiles podrían salvarse sin hacerse plenamente judíos, es decir sin circuncidarse, ni cumplir toda la Ley, pero si observar el Decálogo, las normas llamadas “leyes de Noé”, entre las que destacaba no ingerir carne sacrificada a los ídolos. Estos gentiles disfrutarían de una salvación de segundo grado.
3.- Los no judíos, o paganos que se unían al grupo. Y como ellos pensaban algunos “helenistas” dirigidos por compañeros y amigos de Esteban, y más tarde por Pablo de Tarso, recién pasado a sus filas. Todos ellos decían que solo se salvarían creyendo en Jesús, sin tener que aceptar la engorrosa Ley de Moisés, y la pureza del culto.
Observamos que las divisiones arrancan desde el principio, surgiendo distintas comunidades que son semilla de las distintas Iglesias y cristianismos, donde todos son más o menos iguales, ninguno es poseedor de la verdad, y ninguno se impone de momento.

 LOS ÚLTIMOS TESTIGOS DE LAS IGLESIAS DERROTADAS

Los Evangelios contienen sin duda muchos datos históricos. Pero no se puede decir como afirma la teología oficial, que son libros exclusivamente históricos, como si cada uno de los hechos narrados hubiese ocurrido tal cual, eso no es cierto, y lo dejamos aquí muy remarcado. No hay 4 o 5 evangelios realmente, sino 65. El problema de los Evangelios Apócrifos que están escritos a partir del 130 o 140 d. C. se presenta en su estudio y recuperación. Es decir que 120, 150, 300 o 400 años a partir de la muerte de Jesús, nos encontramos con un elenco de textos que sumados a los 4 oficiales, debemos estudiarlos para comprobar el grado de historicidad que tienen todos ellos. Y por consiguiente la imagen de Jesús que descubrimos fruto de este laborioso trabajo es bastante distinta a la que hasta ahora nos han presentado los sermones de la Iglesia oficial. El contexto de los Evangelios, no es una predicación a los judíos y a gente semiconvencida, es en cambio una pelea  por conseguir una cuota de clientes dentro del mercado religioso del Imperio del siglo I. Si los seguidores de Pablo de Tarso, no presentan a un Jesús con unos rasgos que no son vendibles y atractivos, ¿cómo van a decir que la inmortalidad y la salvación van a venir por un Mesías judío?, sobre todo teniendo en cuenta que son enemigos del Imperio romano, que se han sublevado desde el año 66 d. C. hasta el 70, produciendo una gran cantidad de muertos entre las tropas romanas en aquel momento histórico de la predicación paulina. Por tanto Pablo y sus seguidores no pueden vender un Mesías judío, que además todo el mundo romano de entonces lo interpreta como político, ni tampoco se puede vender a un salvador judío, que esta predicando el fin del mundo, por lo que todo esto lo dejaron a un lado y presentaron a un Jesús totalmente edulcorado.
Estamos convencidos de que Jesús es un líder religioso, su mensaje es exclusivamente religioso. Predica el Reino de Dios que va a venir en el Israel de su época, entonces ¿cuál era la constitución de ese Reino de Dios?, pues dentro de la Ley de Moisés, no cabe el imperio de Tiberio, no cabe la ocupación de las tropas romanas ni Poncio Pilato, no caben los mercaderes romanos ni griegos, no caben que los Sumos Sacerdotes manipulen el Templo, no cabe que la casa de Dios (el Templo) en lugar de ser casa de oración sea lugar de comercio. Evidentemente un mensaje religioso llevado al extremo, en una sociedad donde religión y política se confunden, acaba transformándose en mensaje político, pero los evangelistas niegan esto y dicen que es simplemente condenado por blasfemo, e aquí una tergiversación histórica. Cuando un individuo, pensamos que ha resucitado y que se ha convertido en héroe, y ha subido a la derecha del Padre Dios, sin duda alguna, ese individuo se idealiza. Por ejemplo ¿qué se dice del Jesús revolucionario a partir de los años 70 por parte de los estudiosos?, pues que Jesús elevó a las mujeres a una categoría excelsa, que Jesús rompió los moldes de la religión judía, que Jesús quebrantó todas las costumbres de sus correligionarios, simplemente curando a las mujeres, teniéndolas como discípulas junto con otros discípulos, comiendo con prostitutas y con pecadores, etc. Tenemos aquí un mito tremendo, porque si se analizan los textos evangélicos resulta que solo tenemos uno en Lucas 8, 3 donde se dice que 3 mujeres en concreto seguían a Jesús, pues bien, a base de este texto se ha montado la historia de que Jesús comía con prostitutas, y no existe ni un solo texto que lo diga.

LOS APOCRIFOS
  Los Evangelios Apócrifos representan los últimos vestigios de cristianismos que surgieron del grupo inicial. Apócrifo, es una palabra que deriva del griego apo-pepto que significa “cosa escondida, oculta”. Con este término el cristianismo que sigue a Pablo, designaba aquellos libros que había rechazado porque no le interesaban, hasta el punto de organizar verdaderas persecuciones contra ellos y sus seguidores, quemando todo texto que caía en sus manos, y mostrando una intolerancia desde entonces injustificada, contra Comunidades cristianas que seguían otra visión teológica distinta a la suya, y provocando el lógico ocultamiento de estos libros sagrados para muchos.
Es necesario decir que, entre aquellos cristianos de primera hora, se asoció estos textos con escritos cuyo autor era desconocido o imaginado, y que desarrollaban temas que no estaban de acuerdo con la pauta establecida por el cristianismo seguidor del repentino converso de Tarso, aunque si es cierto, a pesar de ello eran presentados como sagrados. Así entre las autoridades de aquella incipiente Iglesia, que trata de imponerse sobre sus hermanas las otras Iglesias, el término apócrifo llegó a significar  “escrito sospechoso, escrito no recomendable”. Para ello sacan a la luz un vocablo muy conocido por todos, que fue la principal herramienta utilizada no solamente contra estos sagrados textos, sino también contra aquellas Iglesias que los habían generado y que constituyeron sus libros sagrados.

Ese vocablo es “hereje”, que como el sustantivo “herejía” procede del griego haíresis, que en el siglo I, si hablamos del mundo griego significa una escuela filosófica que expresa ideas específicas sobre el universo, el hombre, la sociedad o la moral.
En cambio en el mundo judío una “herejía” era ante todo una secta, un partido o una denominación de un grupo religioso, así los fariseos, saduceos, esenios… formaban cada uno de ellos una haíresis y lo vemos en Hch.5, 17. por tanto, haíresis no debería traducirse en este momento como herejía, so pena de entender mal el vocablo. Así desde este presupuesto Pablo, el converso de Tarso, se había cambiado simplemente de la haíresis de los fariseos a la haíresis de los “nazarenos”. Poco a poco, hacia los años 60/70 del siglo I, el grupo de los nazarenos  se fue considerando no ortodoxo, por desviarse de la norma de pensamiento farisea. Así el concepto de “secta” más el de “herejía” aplicado a los cristianos desde el judaísmo comenzó a perfilarse como “heterodoxia” peligrosa, que promovía rechazos y convulsiones sociales Hch.24, 5 dentro de los judíos. Al respecto se pueden aportar más citas: Hch.11, 26; 1ªCor.11,19; Gal.5, 20; 2ª Pe 2, 1.

         Tras la muerte de los apóstoles, el período intermedio posterior empieza a caracterizarse por 2 bloques diferenciados:

-          por una parte un grupo de Iglesias que vive en armonía y que No utiliza el concepto de “hereje” evitando parecerse a los judíos.
-          por otra parte se empieza a aglutinar  otro grupo en torno al converso espontáneo de Tarso, que si utiliza el termino de “hereje”, sin importarle que proviene del judaísmo que les ha perseguido, para utilizarlo a su vez, y sin escrúpulo, contra sus propios hermanos cristianos, es decir, contra las otras Iglesias  a las que intenta imponer su visión particular del cristianismo.

A medida que el bloque de Iglesias que siguen al “apóstol” de Tarso, unificándose, formando un corpus institucional con una definida pirámide jerárquica, imitando al propio Imperio Romano, se va forjando un dogma y también se convierte en custodia y propietaria de una supuesta verdad, que trata afanosamente de poseer en absoluta exclusividad. Pero a medida que este proceso avanza también esta Iglesia que no solo imita al Imperio sino también al judaísmo, decide desde muy pronto perseguir a sus hermanas las Iglesias libres, es decir a las otras tradiciones cristianas tan antiguas o incluso más antiguas que ella (Mc 9, 38-40).

Sin embargo las otras cristiandades, que andaban desperdigadas en el heterogéneo mundo antiguo, deseaban ansiosamente  no imitar ni a los judíos, ni al Imperio como los paulinistas, sino saber  cosas nuevas relativas  a la persona de Cristo, su vida y su mensaje, y además en su propia lengua. Poco a poco una serie de relatos de tradición oral  fue constituyendo un acervo primitivo enriquecido y diversificado al pasar de boca en boca y de región en región, hasta que finalmente cristalizó  en la prolífica literatura apócrifa, amparada con los nombres de quienes fueron testigos de la vida de Jesús: Felipe, Tomás, María Magdalena, Santiago, Juan, Pedro, etc. A esto se agregó innumerables versiones “mistéricas” de la vida de Jesús. Pero lo más sorprendente es que escritores de la tradición paulinista para defender algún dogma de la Iglesia dominante entretejieron ciertos relatos evangélicos, que aunque estuviesen oficialmente rechazados por ellos mismos, en cambio al ofrecer historias cargadas de belleza evangélica, no les importó presentarlos como inspirados por Dios.  En definitiva la Iglesia paulina acudía a los Apócrifos cuando le interesaba, aunque esto fuese una contradicción con sus propios postulados sobre su verdad y dogma.   
Nosotros creemos demostrada por la investigación sobre el Jesús histórico, que este no pretendió en ningún momento fundar religión nueva alguna. El movimiento cristiano, la teología cristiana, el cristianismo en suma, nace precisamente como interpretación de Jesús, su doctrina y su figura, pero no, como una fundación de este. Por eso recordamos el dicho de Julius Wellhausen:
                                                                                                  “Jesús fue un judío, no un cristiano”,                                                    de tal manera que la teología propiamente cristiana solo comienza después de Jesús. También seguimos a grandes investigadores como José Monserrat Torrents, Antonio Piñero, Francisco García Bazán o Stephan A. Hoeller.
Hay que pensar que el cristianismo primitivo fue tan complejo y variado desde sus inicios, que no constituyó una realidad estática, sino dinámica. Se formó a la vez que iba él mismo desarrollándose, en una síntesis nueva de ideas religiosas heredadas de Jesús, del judaísmo contemporáneo, las suyas propias y también concepciones interesantes del entorno.
Por tanto el movimiento cristiano fue siempre complejo e incluso contradictorio. No hubo, ni pudo haberlo, un único fundador del cristianismo que lo pusiera en funcionamiento, sino que durante el siglo I y aun más tarde, fue un proceso en marcha. Podemos afirmar que Jesús en todo caso es el primer y genérico impulsor del cristianismo, pero No su fundador. Así la multiplicidad de fundadores nos presupone la variedad de los cristianismos. Por tanto el cristianismo no es la religión de Jesús, sino una reflexión sobre la religión de éste, sobre su figura y su misión. Jesús era el predicador de la inminente venida del Reino de Dios; por el contrario, en el cristianismo, la figura de Jesús y no la del Reino pasa a ocupar el puesto central.
Y ahora para terminar citamos a Rudolf Bultman, otro gran teólogo que dijo esta frase para la reflexión:

 “Jesús pasa de proclamar el Reino de Dios a ser objeto de la proclamación cristiana”